miércoles, 17 de noviembre de 2010

Hasta que salimos de las tinieblas


Sólo era cuestión de tiempo hasta que estrenaran otra de esas parodias que últimamente rellena las carteleras, además. La última se titula "Vampires suck" (en su traducción "Híncame el diente") No he visto la película ni los trailers, así que no sé de qué va. Aún así voy a permitirme hacer una suposición y decir que se basa en la saga Crepúsculo, que desde hace unos años ha dado tanto de qué hablar. He mencionado anteriormente predilección por estos personajes, los no muertos, los chupasangres; y también mencioné que terminé de leer el último libro de la saga en mis vacaciones. Quiero dedicarle unas líneas.

 El primero de los libros de esta saga, que se titula “Crepúsculo,” fue publicado hace cinco años por la escritora estadounidense Stephanie Meyer, una autora relativamente joven que escribe para un público principalmente adolescente. A mi parecer, la saga es una historia de amor, es sobre un amor muy intenso que se da entre dos "adolescentes" que viven circunstancias extraordinarias y que, precisamente por eso, el sentimiento que experimentan es tan abrumador y eterno. Lo que más he disfrutado es la frescura que la historia le ha brindado al mito del vampiro, como si evolucionara, las diferencias lo sacan de ese rincón oscuro desde el que estaba acechando y lo convierte en algo bello, de lo que una chica de 17 años se puede enamorar; ahora vivimos entre ogros y vampiros que inspiran simpatía. Personalmente prefiero los vampiros que me dio a conocer Anne Rice, que conservan un poco más el salvajismo, pero a eso exactamente me refiero. 
Una de las novedades que introduce la escritora es el hecho de que los vampiros no duermen; esto separa al no muerto de una de las características más representativa del mito de antaño, el sarcófago; los vampiros modernos no necesitan ataúdes para descansar, porque no necesitan  descansar. Esta característica anula uno de sus puntos débiles, el mismo del que se valieron Van Helsing y sus compañeros para derrotar al Conde Drácula.  Pero lo cierto es que desde hace mucho ya se habían empezado a introducir cambios al mito. El vampiro de los vampiros creado por Bram Stoker no gozaba de la misma libertad que los del S. XXI. En aquella época, cuando las creencias religiosas determinaban tan fácilmente los puntos de vista, a este personaje y a muchos otros que le siguieron como Nosferatu, se les ubicó en el lado oscuro y se convirtieron en enemigos de Dios, por eso eran Sus armas las que nos ayudaban a derrotarlo, como los crucifijos y el agua bendita. Drácula sólo podía dormir sobre terreno sagrado, por ejemplo la tierra de un cementerio, esta peculiaridad suya termina significando su derrota. Otras herramientas conocidas para replegarlos eran el Ajo y el fuego y sólo podían entrar en una habitación o morada con invitación.
Desde que empezó la llamada Era de la Razón, nuestros no muertos favoritos han experimentado muchos cambios. Anne Rice ha tenido mucho que ver con la historia moderna de los Vampiros; pero sus vampiros son más clásicos, son muy antiguos y han ido aprendiendo con el paso de los años, igual que los humanos, a reconocer sus verdaderas restricciones y el temor a Dios lo determina la fe de cada uno. Pero, adicionalmente, la raza vampírica goza de otras características ajenas a los humanos: tienen poderes. Los más antiguos como  Drácula no eran físicamente agradables o atractivos, sino mas bien siniestros, por lo que sus poderes psíquicos estaban bien desarrollados, podían inducir estados de trance y controlar así a sus víctimas; podían adoptar formas de animales, normalmente perros, murciélagos o insectos; también desvanecerse en humo y colarse por debajo de las puertas o las ventanas. 
Con el paso del tiempo adquirieron el poder de la belleza, ahora todos son atractivos, por lo que ya no necesitan cambiar de forma para apoderarse de sus víctimas; vuelan y tienen una velocidad y una fuerza increíbles pero no necesitan cambiar de forma. Los vampiros de última generación además pueden leer las mentes, utilizar la energía, tener premoniciones, salir durante el día, manipular las sensaciones y otras habilidades más. No se dan todas en un solo vampiro, ni tampoco todos los vampiros tienen súper poderes.


Porque nuestras historias tienen necesariamente que cambiar a la par de nosotros. Se ha dado también un cambio en la forma de alimentarse. La ficción actual está muy entusiasmada con los vampiros, podemos leerlos y verlos en cantidad pero cada historia incorpora sus propios matices. La serie True Blood, que está basada en los libros conocidos como Las Novelas de Sookie Stackhouse de la autora Charlaine Harris, no necesitan “cazar,” su existencia es de conocimiento público y unos científicos japoneses crearon la sangre sintética, que les aporta lo mismo que la sangre humana; curiosamente, en el universo de esta autora los vampiros son cazados por los humanos. Los vampiros de la saga Crepúsculo se alimentan de sangre animal; Louie, uno de los personajes de Entrevista con el Vampiro, se puede considerar el vegetariano de las Crónicas Vampíricas de Anne Rice, su afecto por los humanos y por su lado humano no le permitía disfrutar de la “caza” y lo obligaba a probar con fuentes de alimentación alternativas. El último libro de esta escritora une sus Crónicas vampíricas con la saga que escribió sobre las Brujas Mayfair, se unen vampiros y brujas para crear una raza nueva y más poderosa; en la serie The Vampire Diaries (Crónicas Vampíricas, en su traducción al español) la cual está basada en la saga vampírica de la autora estadounidense L. J. Smith, también nos encontramos con la interacción entre brujas y vampiros; además de la posibilidad de estos para salir durante el día gracias a un anillo de poder.
   Y así, si seguimos buscando encontraremos muchas otras evoluciones, diferentes entre autores, pero todas para otorgarle dimensiones distintas a estos seres que tantas aventuras han inspirado.

      

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