jueves, 20 de mayo de 2010

El Imaginario de David Lynch

Me topé con una revista en cuya portada anunciaba un artículo dedicado a David Lynch. Seguramente, ya habrá alguien leyendo esto que este familiarizado con la obra de este gran artista, pero para mi era un misterio hasta hace dos días y estoy orgullosa de admitir que mi ignorancia ha quedado medianamente disipada después de leer este artículo tan completo y explicativo; el cual fue escrito por Beatriz Villariño González en el número 21 de la revista Scifiworld.

Me interesó el artículo porque hace muy poco había visto la primera película que sabía era de este director, que está considerada su película de culto. La película es Duna, y aunque la historia no la imaginó él, tengo entendido que es una magnífica adaptación de este libro de ciencia-ficción tan conocido y admirado. No he leído el libro, por lo cual no puedo decir nada más, si hago el comentario es porque lo escuché de labios del propio autor, Frank Herbert, entre los extras del dvd.

Pero no es de Duna que quiero hablar, sino del dierctor, un personaje tanto enigmático como fascinante. El señor David Lynch es, además de director de cine; pintor, escultor, guionista, escritor de cómic, diseñador de mobiliario, fotógrafo, director de vídeos y de publicidad, entre otras cosas. Es un artista en toda regla. La notable admiración de la escritora del artículo era evidente y la supo transmitir tan bien, que ahora me hallo dedicándole este post, que pretendo complementar con otros, después de haberme sometido a la prueba.

Lo que más me impactó fue la explicación que hace sobre el imaginario de Lynch y sobre cómo se debe apreciar su arte. Las películas de Lynch no siguen la norma general a la hora de narrar la historia, para entenderlo plenamente opino que es preferible saber cómo funciona la mente del autor, antes que tratar de darle un orden convencional y correr el riesgo de perder el camino por el que desea conducir al espectador. La premisa es que Lynch no busca transmitir una idea narrativa con sus imágenes, sino un estado de ánimo. Por esta razón sus películas carecen de los patrones de organización convencionales, como la escritura en tres actos (introducción, nudo, desenlace) la causalidad, la verosimilitud o la organización temporal de los acontecimientos. El artículo explica que la organización a la que está sujeto es "en espiral," no hay un objetivo ni una coherencia, sólo imágenes, sensaciones, atmósferas en común que giran sobre si mismas en torno a un centro vacío. Esta estructura se asemeja a la de los sueños, Lynch admite basarse en ellos para crear sus relatos. Su objetivo es transmitirle al espectador una sensación y una emoción, como cuando soñamos; no pretende que la experiencia sea racional y analítica.

Ahora voy a compartir mi pequeña experiencia, porque sí he visto otra película de David Lynch pero no supe hasta ahora que era suya. Mullholland Drive, la vi hace dos años, no la entendí y la
olvidé. Sé que no la entendí porque estaba intentando ordenarla dentro de lo convencional, la olvidé porque me dejó indiferente; y como he dicho fue gracias al artículo que disipé mi ignorancia. Como no me acuerdo de nada de la película no me es posible estructurarla adecuadamente en mi memoria para identificar las claves del universo lynchiano en ella. Es preciso verla otra vez si quiero identificar el sensación transmitida. Aquí es donde entra en juego la otra clave importante que tenemos que tener en cuenta, ésta se refiere a la desprogramación del espectador. Es necesario modificar los moldes del pensamiento, flanquear sus muros; como diría Huxley, "abrir las puertas de la percepción;" o como dirían The Doors, "break on through to the other side..." La consecuencia de esto es que el pensamiento fluya espontáneamente, sin ataduras, la corriente de ideas y la creatividad circulan libres. El resultado es el choque, la sorpresa y la reflexión; lo que produce una admiración espontánea o la incomprensión y el desprecio.

Después de descubrir estas peculiaridades dentro de la obra de Lynch, no es posible que no
profundice más en su trabajo. La prueba a la que me pienso someter es que decidí ver cinco de sus películas, cada una de las cuales será la protagonista de un post semanal. Ahora que cuento con unas pautas claves voy a sumergirme en el universo lynchiano, con mi percepción sensorial como arma y mi mente desprogramada.

De todas sus películas he escogido cinco que están mencionadas en el artículo. Eraserhead y El Hombre Elefante, son sus primeras obras, ambas en blanco y negro, y también las más representativas de las características lynchianas; adicionalmente, escogí Terciopelo Azul, Corazón Salvaje y Twin Peaks.

Como dije, a cada una le dedicaré un post, quiero compartir mi experiencia y dejar evidencia del tiempo que le dedicaré a ese universo tan peculiar y extraordinario, que pretende romper con los parámetros y sacarnos del transcurrir normal de todo aquello que nos rodea. Sé que no me dejará indiferente.



Continuará...

3 comentarios:

satrian 20 de mayo de 2010, 16:37  

Si no has leido Dune deberías hacerlo, grandísimo libro.

Acuaryus_me 20 de mayo de 2010, 17:50  

Pues yo no he llegado a ver nada de Lynch (bueno una vez vi un poco de Dune y me pareció horrble) pero alguna de las que has mencionado me apetecen, a ver cuando nos pegamos una sesion de cine :P

Samillenium 25 de mayo de 2010, 16:54  

Satrian lo tengo entre los libros pendientes, definitivamente necesito leerlo, la peli no creo que explique tan bien la historia, me interesa saber la historia del planeta de los malos.

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